martes, 21 de julio de 2015

Leyenda...

               LA GRAN PELEA 

Cuentan los mapuches que hace mucho,
pero mucho tiempo, vivían en sus tierras
dos víboras grandísimas. Eran tan pero
tan grandes, que parecían dos montañas. Una de
ellas, Cumen, era tranquila y muy amable con la
gente. Hueda, la otra víbora, tenía mal carácter y
vivía maltratando a las personas.
Aunque ya todos estaban acostumbrados a los
líos que armaba Hueda, una vez la cosa se puso
seria, porque ella decidió destruir todo, y comen-
zó a sacudirse violentamente. Cuanto más se
sacudía, más se revolvían las aguas de los lagos y
los ríos. Así, toda la tierra se fue inundando.
Los mapuches no tenían adónde escapar, el agua
los rodeaba.
Cumen escuchó sus gritos pidiendo socorro y
acudió a ayudar a la gente.
Entre las dos serpientes se inició una dura pelea.
Cumen comprendió que mientras continuara la
lucha, la inundación no bajaría, y los mapuches
se ahogarían. Entonces, tuvo una idea para sal-
varlos. Arqueó su lomo hacia arriba, llamó a la
gente y le dijo que se subiera rápido sobre él para
que estuvieran a salvo de la inundación mientras
ella peleaba con Hueda.
La gente obedeció enseguida. Hombres, mujeres
y chicos formaban una hilera que trepaba por el
cuerpo de la serpiente. Los que podían, cargaban
bultos de ropa, comida, pieles y los pocos anima-
les domésticos que el apuro permitió rescatar.
La pelea parecía interminable. Hueda se revolvía
con furia y agitaba el agua con su cola, mientras
Cumen alzaba su lomo cada vez más alto para
evitar que la gente se ahogara. Así pasaron los
 
Durante el tiempo de la gran pelea, se produjeron
muchos cambios en las personas. Algunas perso-
nas que eran miedosas, se convirtieron en pie-
dras, tan grande fue el susto que se llevaron. Por
eso, en algunas montañas se ven rocas con forma
humana. Otras se enojaron tanto porque la inun-
dación no acababa, que se transformaron en
pumas y yaguaretés, peligrosos animales.
Aquellos que no pudieron trepar al lomo de la
serpiente, se quedaron en el agua convertidos en
peces. Y muchas personas, las que subieron pri-
mero y llegaron a lo más alto del lomo de
Cumen, se acercaron tanto al sol que se les
quemó el pelo y quedaron peladas.
Después de mucho pelear, Hueda se cansó y se
tranquilizó. Poco a poco, a medida que el agua se
retiraba hacia los ríos y lagos, Cumen iba bajando
su lomo para que los mapuches bajaran a tierra.
Al bajar, se sorprendieron frente a un paisaje
diferente. Los valles se veían verdes y fértiles, l
os
bosques más poblados de árboles nuevos, y el
agua y el aire estaban frescos y limpios.
Las personas también habían mejorado. En el
pueblo mapuche ya no había cobardes ni furiosos.
Las familias vivieron en paz cultivando la tierra y
fueron felices.
Eso sí, siempre tenían presente que Hueda podía
despertar para inundar nuevamente la tierra, pero
también sabían que Cumen estaría dispuesta a
ayudarlos.
 
LEYENDA MAPUCHE

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